La pregunta capciosa
Una pregunta que muchos estudiantes hacen cuando empiezan a estudiar un idioma es “Profe, ¿en cuánto tiempo voy a poder hablar este idioma?”. Es una pregunta que, creo yo, está totalmente justificada. Si yo quiero estudiar algo, voy a pagar por mis clases, le voy a dedicar tiempo de mi vida, es justo y necesario que sepa cuántos recursos me va a ocupar. Si el o la profe me dice que me va a costar 45 años de mi vida, bueno, es posible que me lo piense otra vez. Sin embargo, no creo que ningún profesor, de buena fe, pueda contestar esta pregunta con certeza. Porque gran parte del asunto está fuera del control del docente. A continuación, presento algunas ideas que provienen de mi propia experiencia (y por lo tanto seguro errores habrá) acerca de cuáles son los factores que afectan el aprendizaje, en velocidad y en profundidad; qué cosas creo que puede hacer el estudiante, y qué cosas creo que puede y debería hacer uno mismo como docente (o yo misma en mis clases, la verdad es que no puedo hablar por los demás) para hacer avanzar ese proceso.
Aspectos que afectan cuánto y cómo aprendemos
LA PROFUNDIDAD: Una de las primeras cosas que discutimos con los alumnos en clase es qué tan profundo quieren llegar con su aprendizaje del idioma. ¿Quiere que su conocimiento sea profundo como un charco, como una pileta de natación o como el río Paraná? Si el interés del estudiante es conocer frases básicas para ir a pasear una semana al país en cuestión y no morir de hambre e inanición, quizás requerirá más habilidades de memoria y puede estudiar esas frases y ya. No va a tener idea de qué dice, pero se va a poder manejar. Si quiere saber qué está diciendo, le va a llevar algo más de tiempo, porque tendrá que estudiar algo de gramática.
Si quiere rendir un examen internacional, presentarse a una beca, o simplemente tener un conocimiento más avanzado, poder establecer conversaciones significativas con otros humanos, pos será un trabajo más esforzado (y satisfactorio).
Si quiere ser un erudito, rendir un examen avanzado, trabajar a largo plazo en una compañía, realmente se tendrá que poner las pilas y estudiar duro.
EL TIEMPO: ¿Cuánto tiempo le dedicará el estudiante a tomar clases y a estudiar el idioma? Aquí tenemos que pensar en nuestro YO del futuro. Al inicio todos pensamos que vamos a estudiar un montón. Después nos enteramos de que vivíamos en una realidad con una escuela o un trabajo, hijos o mascotas, fiestas de cumple, otras cuestiones sociales, tenemos un cuerpo que, créase o no, necesita dormir… Para saber cuánto tiempo le vamos a dedicar efectivamente al estudio conviene empezar y hacer, por ejemplo, un mes de clases. Si en ese mes de clases logré estudiar 3 horas por semana aparte de las clases, excelente, probablemente logre hacerlo de nuevo el mes que viene. Si no estudié nada y falté a la mitad de las clases, me conviene armarme de paciencia, contratar menos clases y dejar de soñar con ser un erudito la semana que viene.
EL NIVEL DE PRIORIDAD: Ah, moli, pero entonces nos desanimamos todos desde el inicio, me dirán. Pues no necesariamente, pero sí es imprescindible sincerarnos acerca de cuál nivel de prioridad tiene este idioma en nuestras vidas. Si es muy importante porque me voy de viaje pronto y tendré que dormir en la calle por no saber hablar, quizás haya otras cosas que pueda suspender para estudiar más. Si lo estoy haciendo como hobbie, quizás no sea necesario presionarme tanto, y me lo pueda tomar más tranqui.
Si somos sinceros con nosotros mismos, si nos animamos a mirar nuestra realidad, podemos hacer predicciones más acertadas sobre qué planes somos capaces de cumplir. Y eso hará mucho más placentero el proceso de aprender 🙂
EL AMBIENTE: Esto está un poco relacionado con los puntos anteriores, pero bueno, lo vamos a mencionar, porque todos a veces necesitamos que nos recuerden lo que ya sabemos:
Si el estudiante intenta hacer su tarea en la cocina de casa, con sus niños preguntándole cosas, mientras prepara un guiso y tiene la televisión prendida, le llegan mensajes del trabajo y hace llamadas con su pareja para ver si llega a comer, claramente no va a entender tres pepinos.
A veces esas situaciones son inevitables, pero también es parte de la cosa asumir que existen, y que necesitamos concentrarnos para poder estudiar. Moli no puede decirle qué hacer al respecto porque raramente cocina guisos, no tiene hijos ni pareja ni televisor ni trabaja en una empresa, así que no le pregunte a Moli, es muy mala idea. Pero seguramente habrá otras personas que puedan compartirle sus experiencias y darle consejos, no se quede solo, pida auxilio.
Ahora Moli se siente mala gente a causa de la oración anterior así que intentará unos consejos: Si la situación de concentración es inalcanzable, no enloquezca, use su situación actual. Busque los ingredientes del guiso en el diccionario bilingüe. Intente una presentación de Ud. y sus niños, ¿cómo pronunciaría sus nombres en el idioma que estudia? Trate de recordar cómo se llaman en ese idioma los elementos que está usando (la espátula, el lápiz, el vasito de Winnie Pooh de su nene). Cuando sus hijos duermen, pegue papeles con el vocabulario por la casa. En fin, las cosas de la vida también sirven para aprender.
Algunas cosas que veo desde mi lugar
Modos de aprender
Cuando empiezo a tener clases con un estudiante nuevo, primero trato de controlar mi ansiedad social que todo el tiempo me dice que el estudiante debe estar sufriendo con mis malos chistes y que seguro no estoy cumpliendo con todas sus expectativas. Una vez que la dicha ansiedad ha sido suficientemente empujada a un costado (es muy raro que se vaya), me dedico a disfrutar de la maravilla de tener a ese ser humano al frente, y puedo asegurar que no hay un solo alumno aburrido. Hay gente que empieza sus hiraganas escribiéndolas en tamaño póster, como pintando un cuadro de escritura tradicional. Otros escriben estrictamente ajustados al renglón. Algunos reclaman empezar a hablar inmediatamente, otros quieren escuchar cinco veces cada pronunciación, hay otro grupo que intenta decir sus oraciones con todos los complementos posibles para practicarlos, y hay un extraño grupo, bastante escaso pero fascinante, que ama la gramática.
Así las cosas, cada uno tiene un modo diferente de aprender y una se va convirtiendo en una especie de profe orquesta, inventando a medida que se va pudiendo distintos ejercicios, juegos, explicaciones para distintos estudiantes. Por eso, es muy positivo cuando los estudiantes están atentos a su propia forma de aprender, y el hecho de que compartan con el docente eso que les llama la atención, que traigan a clase ese material que leyeron o escucharon donde entendieron algo, en fin, que hagan saber cómo están aprendiendo, qué cosas están pasando dentro suyo.
La misteriosa confusión
A veces, pero muy pocas veces, me ha pasado que alguien me dice que entendió todo y después va y hace unos ejercicios que uno diría que nadie le explicó nada nunca. Yo me planteo que puede ser porque estos estudiantes piensen que serán criticados o juzgados si dicen que no entienden, a veces pienso que puede ser porque ellos mismos no están seguros de si entendieron o no… o quizás porque creen que se van a acordar de lo que se les explicó y después van y se olvidan… Si alguien tiene más ideas sobre esto las leeré con mucho gusto.
Cuando el estudiante no entiende algo, lo más conveniente a mi ver es que el docente sepa lo más exactamente posible qué está pasando en esa cabeza y en ese cuerpo, que no está dejando que el estudiante comprenda. De ese modo el docente puede pensar en cómo ayudar. Si el docente no logra enterarse, porque el alumno dice que está todo bien, o porque se copia en los exámenes, o porque usa un traductor para simular que entendió, el que se perjudica es el alumno: ha pagado por sus clases y ha salido de ellas sin recibir el conocimiento por el que pagó.
«Aprenda sin esfuerzo en poco tiempo
con este maravilloso método»
En los años que llevo de vida me falta todavía conocer a un sujeto, UNO, que haya aprendido un idioma con alguno de esos maravillosos métodos. No estoy del todo segura de que sean una mentira, ¿okay? Tal vez mañana o pasado encuentro un erudito que aprendió con una app, pero como decía cierto señor, «In God we trust, all others bring data» [en Dios confiamos, todos los demás traigan datos].
A ver, nos hagamos unas preguntas:
¿Cuántos años le llevó a Usted, que está leyendo esto, llegar a su actual nivel de su idioma nativo? Pues los mismos años que tiene de edad.
¿Cuánto tiempo le llevó a Usted, que está leyendo esto, y a sus familiares, aprender a usar la lectoescritura del español? Mínimo un año en la escuela primaria, y muchos más para dominar la ortografía.
Imaginemos que se rompe un reloj que tenía colgado en la pared de su cocina y miraba todos los días. ¿Cuántos días se tarda en dejar de mirar instintivamente al lugar donde estaba colgado ese reloj cada que quiere ver la hora? Sé que el ejemplo está algo alejado del campo de estudio, pero el punto es que cada aprendizaje requiere repetición, práctica, error, experiencias vividas. Eso permite que en nuestro cerebro se vayan fortaleciendo ciertas conexiones entre neuronas que van dejando grabado el funcionamiento de ese conocimiento. La info que aprendimos junto con los modos de usarla. Yo, personalmente, pienso que todo ese proceso es hermoso y disfrutable y nos hace crecer como personas.
Y también me parece que cada vez más buscamos soluciones que sean instantáneas como un video de Tik Tok. Instantáneo y sin esfuerzo. Yo voy a clases una vez por semana, y mágicamente en tres meses estoy hablando el idioma. ¡Minga! Venga acá, ensúciese las manos, disfrute de moldear el barro del idioma, déjese moldear por él, vívalo, háblele a su perro o a su gato en un idioma extranjero, camine por la calle balbuceando incoherencias, y atraviese la bella experiencia de querer decir “galletita” y acordarse de la palabra en cualquier otro idioma menos el propio. No va a ser sin esfuerzo, seguro que no, pero sí que tendrá resultados.
Hago una aclaración para evitar confusiones: no estoy diciendo que no avalo el uso de apps. Por el contrario. Las hay muy buenas y muy útiles. Realmente, gracias bellos seres que hacen apps, porque ayudan, un montón. En lo que no puedo subirme es en esa especie de euforia de la publicidad que dice que nos bajamos la app y en un mes o dos estamos rindiendo nuestro primer examen de aptitud. Nuevamente, si alguien lo ha hecho, ¡quiero conocer a esa persona y quiero saber cómo lo hizo para repetirlo conmigo misma!
Para ir cerrando
Este es un artículo de opinión, y la opinión que estoy presentando es la de una persona que lleva 36 años leyendo todo lo que encuentra y 9 enseñando un idioma extranjero. Muy probablemente esté muy equivocada en algunos aspectos, seguramente me faltan un montón de otras perspectivas, así que pido disculpas por estas insuficiencias, y recibo gustosa toda opinión, para seguir aprendiendo.
En resumen, he querido decir que, a la hora de estudiar un idioma extranjero, hay una serie de factores que influyen de parte del estudiante, como la intención y propósito para el que estudia, el tiempo que le dedica, el nivel de prioridad que le otorga, el ambiente en el que puede estudiar y hacer tarea, y cómo el estudiante hace uso de todo eso. Por otro lado, el conocimiento tanto por parte del docente como por parte del estudiante acerca de cómo se está dando el proceso de aprendizaje, tanto en lo que funciona como en lo que no funciona, este conocimiento decía, es sumamente útil. Finalmente, me falta información acerca de los métodos ultra-rápidos de aprendizaje pero puedo garantizar que cualquiera que se zambulla de cabeza y se restriegue lo suficientemente fuerte y por el suficiente tiempo contra el idioma que desea aprender NO SE IRÁ SIN RESULTADOS. El único que no puede aprender es el que tiene miedo de equivocarse. Que eso da para otro post.
Espero que todos tengamos abundantes experiencias de aprendizaje y mucho para compartir con otros en adelante. Si ha leído hasta aquí, tiene todo mi agradecimiento, y no se prive de dejar un comentario en caso de que tenga algo para decir.
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